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lunes, 30 de enero de 2012

LAS REDES SOCIALES Y UN FOGONERO



Hasta hace muy poco un amigo era sólo alguien a quien uno ve con frecuencia, ese con quien siempre es alegre encontrarse y comer juntos, tomarse unos tragos,  conocer y compartir con  su familia, sus amores, y sus otros amigos. Un amigo puede encontrarse en cualquier parte y cuando menos lo piensas.  En el lugar más impensado, se  tropieza  con otra persona y después del saludo, se comparte cualquier tema trivial y de ahí se pasa a otro y a otro.  No hay cómo parar. Aparece lo que se ha  llamado “la química.” Y supongo que el símil surge por que en química se mezclan, dos elementos  y forman un compuesto, nuevo, distinto e inseparable.

Siempre me resistí a esto de las redes sociales. Tengo que decir que no las aceptaba por prejuicios tontos. Me parecían frívolas, un tanto promiscuas y a veces hasta vulgares e intelectualmente deficientes. Un día, un amigo me convenció de que son muy útiles como “herramienta de trabajo” y al fin, tímidamente, me hice mi cuenta de Facebook.

Ahora soy un adicto y lo digo sin rubor alguno.

En FB he reencontrado amigos viejos, de los cuáles nada sabía hacía años y ahora, cuando se me pierden un poco, en un santiamén les doy un toque en su muro y allí aparecen. Una maravilla.

También he hecho amigos nuevos y Camilo Venegas, es uno de esos. Conocía sus escritos por su blog magnífico El Fogonero, había visto su foto en el blog, suponía que sería un tremendo tipo. Un guajiro buena gente y jacarandoso de esos que abundan en Cuba, sobre todo en el centro de la isla: cuentero y fabulador. Cierta vez, FB me alertó en la página de un amigo: “Fulanito de tal y tú”  y me voy a la lista de mi amigo y veo que entre los amigos de mi amigo, estaba el tal Camilo Venegas. Le escribí una nota de saludo y le dije que compartíamos amigos “de verdad” de los viejos tiempos de La Habana, de los de carne y hueso: Omar Mederos, Carlos Varela, Bladimir Zamora y una larga lista. La respuesta de Camilo no se hizo esperar.  Un saludo, un primer tema trivial, una indagación sobre dónde encontrar su literatura y al instante, un libro y otro en mi correos electrónico. No me he tomado un trago con Camilo, no lo he abrazado nunca, ni siquiera le he dado la mano, no he escuchado su voz “en persona”, sin embargo, conozco a su padre, a su madre, a su compañera, a su abuela Atlántida, he visitado su oficina nueva, he sabido de sus angustias y sus alegrías.  En fin,  Camilo es ya un amigo entrañable, de esos que cuando no están “se siente una falta sin fondo” al decir de Vallejo. Cuando se me pierde, lo extraño, me pregunto qué será de él. Milagro de las nuevas tecnologías, se siente como un viejo amigo al que conozco desde siempre.

Ahora Camilo, que es muy inquieto y que sí le mete a las nuevas tecnologías en la misma costura,  ha emigrado casi totalmente a Twitter y yo no tengo twitter, hasta allí no he llegado, y ayer me di cuenta que hacía como ¡tres días! no lo veía aparecer por F.B, me voy a su muro para darle el “toque” y allí están todas las noticias de Camilo que yo extrañaba, en el pico del pajarito azul .  Este fogonero va a mucha velocidad, pero como ya no puedo dejar de frecuentarle, me  voy a Twitter.  Espérame Camilo, no tardo.




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