Mario:
En Cuba y fuera de la isla existen hombres,
cubanos, buenos, como aquellos que Martí decía que aman y construyen, lo
que es terrible el que no sepamos, o que haya algo que nos impida saber, por
qué unos estamos tan lejos de los otros y lo que debía ser natural, el consenso
para llevar el país o nuestra cultura, o nuestro cine, adelante, es como
la torre de Babel, sus hijos hablando diferentes idiomas y el cielo
inalcanzable.
Tu en Caracas, y los muchos desperdigados por el
mundo entre Miami y La Habana.
He podido ver algo que me mostró lo que es una sociedad
civil: las discusiones del parlamento Inglés y las discusiones del Congreso
americano.
Muchos debían verlo. Es aleccionador cómo rivales
políticos pueden discutir civilizadamente sus propuestas, las leyes y los
problemas que afectan a sus países y sus sociedades, el Congreso y el senado de
Estados Unidos es muy respetuoso, se piden la cabeza diplomáticamente
y después se dan la mano, sonríen, se toman una foto juntos y se preguntan por
la familia, la esposa, los hijos y a veces salen a pescar juntos. La
cámara de los Lores en Inglaterra es algo surrealista, allí se dicen hasta
“botija verde”, se mofan y ríen a carcajadas unos de otros, muy alejado de lo
que en mi imaginación era la flema inglesa, se exasperan y votan allí. Después,
también se saludan en la calle, se visitan y toman juntos el té en las tardes
neblinosas de Londres. Las discusiones y la votación sobre un tema se
quedan en el óvalo del Congreso y cuando se habla del contrincante político,
cuando la prensa pregunta, en general se hace con respeto y nombrándolos por
sus patronímicos, para bien o para mal.
Este es un factor sintomático que nos diferencia a los
cubanos postrevolucionarios de esta civilidad. Es el secretismo que implantamos
en nuestras ideas y pensamiento crítico, es la negativa a llamar a las cosas o
a las personas por nombres y apellidos a diferencia de estos parlamentarios del
primer mundo. Cuando el Congresista Filiberto de La Rosa dice que tal plan es
malo, menciona que el Plan del Representante Bartolo González es malo. Si
fracasa es el fracaso de Bartolo González y no el fracaso del país.
Mientras en Cuba no llamemos a los fracasos por nombres
y apellidos nunca saldremos de la abstracción y la relatividad marxistas. El
fracaso del ICAIC tiene nombres y apellidos, el del país también. Los hombres
tienen desaciertos y triunfos. La mención de los primeros no invalidan sus
buenas obras, pero permiten corregir las malas y decidir sobre la conveniencia
de otra dirección alternativa. En Cuba después de 1959 solo se podía hablar de
los triunfos de Fidel y de los fracasos del pueblo, de las instituciones y del
sistema. Ese totalitarismo dictatorial se extendió, como bien acotas, a la vida
general del país, al sistema empresarial a nivel macro y micro-económico.
Sólo se mencionan nombres de fracasados, despatados o
fusilados para achacarles los males y pecados pasados que queremos alejar de
nuestro lado y para silenciar cualquier disidencia acusadora.
Recuerdo que siempre se filtró en voz baja, que en buena
medida, el desastre económico del ICAIC después de Cecilia fue de
Alfredo, y que la película de Humberto se había “robado” el presupuesto de 50
años del cine cubano. Pero eso fue una anécdota de pasillo y no una discusión
real, empresarial, que atajara los males de la producción cinematográfica. El
desastre y la inoperancia corporativa se tapaba constantemente, aupada por el
sistema que tu llamas “vertical” y que se titulaba económicamente hablando
“sistema presupuestario de producción”. No estamos aún en los años 90. Alfredo
se fue a Francia y trajeron a Julio. Después de Alicia, Julio se fue también y
regresó, otra vez, Alfredo. ¿Y el ICAIC?: “De frente y luchando”.
Estos intercambios y polémicas son muy buenos si
se llegara a entender que ponerle nombres y apellidos a los "gordos"
que hundieron nuestras instituciones y también al país, no es algo malo, al
contrario, permitiría definir muchas cosas, actitudes y puntos de inicio y
pivotes de los diferentes fenómenos nacionales. Te felicito a ti por
intentarlo.
Por otro lado, es a veces difícil ponerse de acuerdo en
hechos diferentes o en fechas determinadas, algunos dicen que el desastre del
ICAIC, o de la industria Nacional de Cine comenzó en una fecha u otra. Pucheaux,
menciona el año 92 creo, Susanita menciona también los inicios de los 90. En
una nota que publiqué en Facebook yo coincidía, sin saberlo , contigo en que en
la esencia y forma inicial estaba su destino, en el pecado original,
aunque mi opinión es la menos autorizada y documentada a diferencia de las de
ustedes en cualquier sentido, pero el amor rebasa todo sentido. Creo que
todos tienen razón, a cada cual le afecta más una fecha que otra.
Como dices nada de esto demerita los aciertos, desde
Alfredo y Julio hasta los de García Mesa ni ninguno de los otros, de todos,
pero hombres al fin dentro de un proceso viciado internamente y revestido de
romanticismo, idealismo engañoso y mentiras disfrazadas de verdades, que
estaban destinadas a errar el camino en gran medida.
Todos fuimos parte y juez y ahora que el violador
ajusticiado ha sido reivindicado por una prueba de ADN, no sabemos donde meter
la cabeza ante tamaña injusticia.
Yo pienso eso y también que puedo estar equivocado de
principio a fin, solo quisiera que los que si saben me demostraran cuán lejos
estoy de la pálida verdad.
Veo que la polémica, ya sea en el blog de
Juan Antonio, o aquí en el tuyo no es avivada con la leña necesaria que debía
venir de muchos, ¿ cobardía, mesura, resignación, indolencia,
cansancio, frustración, desesperanza?, gracias a Susana por ser el fuera de
tono.
Sería terrible que por falta de discusión no salgamos nunca del atolladero
y las soluciones aparezcan después que desaparezca el fenómeno. Para Consuelo
de algunos, también existe la arqueología histórico-cinematográfica. Esa urgencia de conocer qué pasó la veo
más en los comentarios de los de adentro, que en los de muchos que estamos
afuera y “salvados”. Pucheaux nos cuenta que en una visita al ICAIC, se
sentó en una silla, ¿en la oficina de Santiago?, y que el no conocía a nadie,
ni nadie lo conocía a el. Eso es terrible.
¿Dónde está el legado, dónde la
memoria histórica?, ¿dónde el reconocimiento, la tradición?, ¿dónde el
“Memoriarte” que propuso Enrique Pineda y otros?
Es maravilloso que tu blog sea un
complemento esencial de nuestra historia como lo es el de Juan, también
veo que Jorge y otros están hacen lo propio y eso nos llena de Esperanza.
Un abrazo fuerte.
Gilberto Gutiérrez.
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