Hoy he sabido de la muerte de un gran poeta cubano, Adolfo Alfonso
(Melena del Sur, 1924) uno de los nombres más altos entre los cultores de la
poesía oral improvisada en Cuba, conocida como poesía repentista.
Contradictoriamente, esta triste noticia, me transporta a la
alegría, a mi infancia y
adolescencia en San Antonio de los Baños, me transporta a tiempos felices, como
casi siempre se recuerdan los tiempos de infancia: La familia entera, nadie
había muerto, nadie se había ido al exilio. Mi abuela Pastora, matriarca
de una familia de ocho hijos, muchos nietos en escalera y los domingos, todos
reunidos a su alrededor en su casa, que me parecía inmensa entonces, con un
gran patio en el centro y el infaltable jazmín perfumándolo todo, rodeado por
la cuartería con muchos lugares de misterio vedados para los chiquillos, escaparates grandes, cajones cerrados
con llaves y fotos viejas con "bucaritos" en forma de barquilla siempre
con flores, colgados a la pared.
En casa de mi abuela había televisor y allí se veía en los años
´50, toda la programación de los canales de la época, pero sobre todo CMQ Televisión. Los niños veíamos El
Circo con Valencia y La comedia silente,
en la que sin darnos cuenta íbamos ganando en apreciación del cine
bueno; los mayores veían las
novelas con Minín Bujones y Alberto González Rubio,; Raquel Revuelta y Manolo
Coego; el Cabaret Regalías, en el
que podían disfrutarse a La Lupe, Bola de Nieve, Rita Montaner, El Cuarteto La
D´Aida, Rosita Fornés, siempre rubia, siempre sexi con reminiscencias de Marilyn
Monroe o la Bardot;
y hasta artistas venidos del extranjero, como El Indio Araucano, Alfredo Sadel, Lucho Gatica, y Sara Montiel. El noticiero estelar de las ocho con Manolo Ortega, que siempre abría y cerraba cada emisión, empinándose una fina copa rebosante de cerveza Hatuey, "¡la gran cerveza de Cuba!"
Y los domingos, Palmas y Cañas, aquel programa que mis tíos como buenos guajiros, no se perdían nunca, animado por el gran Ramón Veloz y Coralia Fernández. Debo decir que, niños al fin, a mi prima Marisela, Vitico y a mí no nos gustaba Palmas y Cañas y esa hora la empleábamos en la calle jugando a los agarrados o a los escondidos, bailando trompos o haciendo alguna travesura. No apreciábamos entonces aquella música que hoy añoro, como añoro tanto como odiaba antes, un plato de harina de maíz amarillo con leche de vaca caliente por encima y ahora diera la vida por uno de aquellos humeantes, hasta sacarte el salpullido.
y hasta artistas venidos del extranjero, como El Indio Araucano, Alfredo Sadel, Lucho Gatica, y Sara Montiel. El noticiero estelar de las ocho con Manolo Ortega, que siempre abría y cerraba cada emisión, empinándose una fina copa rebosante de cerveza Hatuey, "¡la gran cerveza de Cuba!"
Y los domingos, Palmas y Cañas, aquel programa que mis tíos como buenos guajiros, no se perdían nunca, animado por el gran Ramón Veloz y Coralia Fernández. Debo decir que, niños al fin, a mi prima Marisela, Vitico y a mí no nos gustaba Palmas y Cañas y esa hora la empleábamos en la calle jugando a los agarrados o a los escondidos, bailando trompos o haciendo alguna travesura. No apreciábamos entonces aquella música que hoy añoro, como añoro tanto como odiaba antes, un plato de harina de maíz amarillo con leche de vaca caliente por encima y ahora diera la vida por uno de aquellos humeantes, hasta sacarte el salpullido.
No me gustaba Palmas y Cañas, pero cuando llegaba la hora de la
controversia, yo corría a ponerme frente a la pantalla pues aquella puesta en
escena de amenazas a veces hasta con conato de pugilato, me divertía mucho. Era
como una obra teatral rimada, una de esas comedias en verso que los grupos de
teatro hacían en la sala del teatro Casino del pueblo. Alfonso siempre polemizaba con Justo
Vega que hacía el papel de viejito cascarrabias siendo el hombre más noble y bonachón del mundo, el padre de
Pastor y Justo Vega, cineastas con los que después compartí años en el
ICAIC; o con el lírico y teatral
Angelito Valiente, quien a veces aparecía en escena a mediar con sus versos
conciliatorios. Recuerdo la risa
contagiosa de Alfonso, que en ocasiones lo ahogaba a mitad de una rima hasta
salírsele las lágrimas; recuerdo sus alusiones de doble sentido, su gracejo y
chispa tan cubana envuelta en guayabera blanca y zapatos a dos tonos.
Esta noticia triste me ha traído memorias alegres y estoy seguro
que así es como se recordará al poeta, siempre cantando, siempre ahogado en
risa, porque los poetas nunca se van, nunca callan.
Hermoso recordatorio. Gracias.
ResponderEliminar¡Que bonitos recuerdos Mario! Aunque no son idénticos compartimos una época y se parecen mucho.
ResponderEliminarGracias Mario!. Estás escribiendo unos artículos super interesantes y con ese toque humano tan especial y tan propio tuyo.Gracias por estas colosales memorias...a mi me pasaba lo mismo: no me gustaba "PALMAS Y CAÑAS"(programa que mi padre no se perdía un domingo), pero cuando entraba la musiquita de las controversias, me plantaba frente al televisor admirada de las excelentes rimas...eran buenos momentos junto a papi, que a veces trataba de imitar a los trovadores y me dedicaba décimas. Yo era una niña muy tímida y me enfadaba...cuánto daría hoy porque me cantara alguna!!!
ResponderEliminarMi querido Mario muy emotivo tu texto. Creo que todos los de nuestra generación de alguna manera disfrutamos esa controversias domingo trás domingo a las 7 pm.
ResponderEliminarmetes en los 50's a palmas y cañas y en cabaret regalías a la lupe...¿quién te dictó todo esto?
ResponderEliminarNadie, estimado amigo, nadie me dicta mis recuerdos de infancia. Nací en el 49 y tuve oportunidad de ver a todos estos artistas en la televisión cubana hasta los primeros años ´60.
Eliminar¿Por qué piensas que me lo pudo dictar álguien? Si tienes la bondad de salir de tu anonimato, podemos conversar amigablemente. Saludos.